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jueves, 26 de septiembre de 2013

No digas nada




Vestiré la noche
de tus labios callados,
 así, ausentes, entreabiertos,
carentes aún del beso, 
que todavía no te he dado.
Te contemplaré así,
solitaria, mundana,
y me hablarás como
habla esta noche
a las paredes sombreadas.
Quiero contemplar
tu profunda silueta,
prohibida de la ausencia
de tocar la carne.
Ahogaremos las sábanas
entre violentos mares,
que oirán sólo las palabras
que la pasión declama.
No, no hables, no digas nada,
que siga hablando esta pasión
que se retuerce entre sábanas.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Qué tierra dejaremos





Qué será de los vivos
cuando estemos muertos,
en qué clase de tierra
nos enterraremos.

En qué clase de ríos
de campos y de huertos…
¿habrá sol que caliente?
o sólo invierno perpetuo.

Qué horizontes dejamos
¿qué exterminaremos?
¿dejaremos aire puro
o agua en los riachuelos?

Cavan nuestra fosa,
y el futuro por dinero,
malgastando recursos
romperán nuestros huesos.

Destruyendo la tierra,
qué tierra dejaremos...
una desolada, de 
hambre, desierto y miedo.

Qué será de los vivos
cuando estemos muertos,
de todos los que amamos,
y a los que enterraremos.



jueves, 12 de septiembre de 2013

El cantar de las Sirenas





No es tu adiós ese salitre
que oscurece mis pestañas,
sino el alquitrán que olvidó
tu amor en mi mirada.

Llévate estos días ciegos
que van pasando lastrados,
y devuélveme aquéllos
con sonrisas de verano.

Ven, déjame mi corazón,
el que late, este no es mío,
aletea como paloma
que se ha caído del nido.

Dale la paz a mi cara,
y quítame el antifaz
de las sonrisas eternas,
que te dejaste al marchar.

No reconozco a mi alma
que llora lágrimas negras,
devuélveme el agua de mar
y el cantar de las sirenas.

Deja que oiga el cantar
que me llevan a otros puertos,
déjame encontrar amor
o que me hunda en sumideros.

En qué aguas me dejaste
anegado en tu alquitrán,
hace que siempre naufrague,
que nunca pueda zarpar.



jueves, 5 de septiembre de 2013

De vuelta a casa




I


Voy fluyendo entre esos días
de las memorias de siesta,
de un andar parsimonioso
que lentamente se aleja.

Miras el tiempo de lejos
que va menguando y que pasan,
cada vez más pequeños
los días del sol que se acaban.

Y me voy de vuelta a casa,
el bostezo de los días;
antesala del otoño,
va presagiando rutinas.

Rutinas presas de vida,
lobos que acechan hambrientos,
presas del trabajo y días,
días de ojos abiertos.

Me desperezo entre gentes
que sacuden mi templanza,
que sacuden nuevos días 
sin tiempo, sin ti: sin alma.

No a las rutinas de amores,
de pasiones y de sueños,
no a las rutinas de ti,
  que tanto me vendrá impuesto:

rutinas de un largo invierno,
de nieve y lluvia en mi cara,
de un trabajo que encarcela,
por tantas rutinas, mi alma.



II

No estoy aquí, sino ausente,
ausente de aquellas prisas
que la rutina me deja,
y que me marcan la vida.

Ausente de aquellas llamas
del ayer que me recuerda,
ausente de los rescoldos,
ausente de las ausencias

de aquellos días aciagos
desgastando las aceras,
dejando atrás el ocaso,
 la vida espera a la vuelta.

Y yo envuelto en esta ausencia;
mi destierro de verano,
es hora ya de volver
a la ausencia del pasado.

Y cómo duelen las manos
arrancadas de tu talle,
arrojadas a otra ausencia
que no sea la de amarte.