Vestiré la noche
de tus labios callados,
así, ausentes, entreabiertos,
carentes aún del beso,
que todavía no te he dado.
Te contemplaré así,
solitaria, mundana,
y me hablarás como
habla esta noche
a las paredes sombreadas.
Quiero contemplar
tu profunda silueta,
prohibida de la ausencia
de tocar la carne.
Ahogaremos las sábanas
entre violentos mares,
que oirán sólo las palabras
que la pasión declama.
No, no hables, no digas nada,
que siga hablando esta pasión
que se retuerce entre sábanas.